El señor que arrastraba las nubes con un cordel decía que la lluvia no le pesaba mucho.
Al principio sentía un poco de decaimiento entre tanto gris, frío entre las sombras y hasta un poco de dolor en los huesos debido a la humedad. Sin embargo, con el paso de los años, no sólo se había acostumbrado a las pequeñas molestias que ocasionaba su trabajo sinó que además le reconfortaba saber que, cada vez que tiraba de la cuerda para desplazar aquellos algodones de agua a otro lugar, los habitantes que quedaban bajo el sol eran profundamente felices. Para ello ignoraba, a sabiendas, que encapotaba de tristeza otro lugar.
lunes, 21 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
Clásicos
Lo que el viento se llevó...fueron unas sombrillas del bar de abajo, y unas toallas que tenía tendidas.
Variedades
En algunas estaciones puedes subir a un mismo tren por dos andenes distintos. Es muy curioso, porque en ambos lados llega a la vez, ni un segundo de diferencia.Lo único distinto: los viajeros, unos individuos que no sé por qué escogieron subir por allí en vez de por allá.
sábado, 5 de mayo de 2012
No se puede tener todo en este mundo
Quemar nubes de caramelo es cancerígeno pero huele bien, hervir coliflor es muy sano pero huele mal. No se puede tener todo en este mundo.
jueves, 3 de mayo de 2012
miércoles, 2 de mayo de 2012
martes, 1 de mayo de 2012
Para ser correctos
¿Por qué se dice " si no te gusta píntalo de verde"?
A lo mejor lo prefieres como estaba, o de otro color distinto al verde.
Para ser correctos deberíamos decir: "si no te gusta píntalo como quieras... si es que quieres pintarlo", que a lo mejor está mejor sin pintar.
A lo mejor lo prefieres como estaba, o de otro color distinto al verde.
Para ser correctos deberíamos decir: "si no te gusta píntalo como quieras... si es que quieres pintarlo", que a lo mejor está mejor sin pintar.
lunes, 30 de abril de 2012
El reponedor infernal
Se divierte con el sufrimiento del cliente que llega a la máquina, echa la moneda en la ranura y, de repente descubre que hay unas galletas de dieta delante de las cosas ricas. Un paquete, dos, tres, cuatro...¡¡no hay manera de llegar a lo que uno desea!
martes, 3 de abril de 2012
Maddening music
My heels over the pavement are the percussion of a song called stress. The beeps of the traffic lights are the blind´s Pied Piper of Hamelin, and the cars the melody for that stressful hymn known as everyday soundtrack. Maddening music. Daily concert of life.
I almost run, accidentally, moved by the rythm of the speed, wishing to stop somewhere frozen of calm. Desires. Crazy desires of relax.
Suddenly, my wish is granted and the strong noise of the engines is replaced by hypnotic sea waves. The smoke has disappeared blowed by a salty breeze that comes from an unknown place that I would like to reach soon.
-Magic exists- I think.
I have no doubt because the sky is blue again, after winning the fight against the grey. I mean that dark and sad grey that dominates the city even though I always smile to avoid it. That grey is at last over, and it must be at least a fairy affair.
The enchantment of the sea is guiding my steps with a delighting soft sound.
I extend my arms to touch nothing else than the air, I turn my palms trying to catch a bite more of that freedom that involves me while I forget the prison of the asphalt back to me.
Two faces of one same place: earth and water, pollution and nature, ying and yang of the world where I live, of the world where I walk always aimlessly.
miércoles, 28 de marzo de 2012
El secreto
"Es
muy práctico que tengan tres bolsillos: Uno para los sueños,
otro para las esperanzas y, el tercero para los éxitos.”
Recito
de carrerilla esa misma frase a todos mis clientes,
incansablemente, sin distinción, mientras esbozo la mejor de
mis sonrisas aunque sé que no es verdad.
Es
más práctico llevar un bolso con todas las cosas
revueltas.
Lo
abres, metes la mano y, al tacto, encuentras un sueño que
perseguir, una esperanza que mantener, o un éxito que
celebrar. Son todos de texturas muy distintas y las yemas de los
dedos tienen mucha sensibilidad.
Todos
los empleados sabemos que con tantos compartimentos, la gente
coloca las cosas donde no corresponde. Y, para qué nos vamos a
engañar, aunque estén en el bolsillo preciso
nunca saben dónde buscar. Cuando dan con el sueño ya
no tienen tiempo de alcanzarlo, cuando atrapan la esperanza ya
han caído en la depresión y el éxito no lo
encuentran jamás.
Pero
eso es un secreto entre tú yo. Tengo que vender mochilas.
sábado, 28 de enero de 2012
Luna ciénaga
No había luna más embarrizada que la que reflejaba la ciénaga. Y cuando digo reflejar es por decir algo, pues un reflejo también sería tan imperfecto como su espejo pero siempre más limpio.
Luna ciénaga era un borrón dentro de un humedal y odiaba verse manchada de ese marrón que la estrujaba y modelaba a su antojo. No soportaba su imagen porque creía que era ella en realidad.
Por eso, un día decidió no salir evitando así la aparición de su yo deforme.
Ese día, el sol brilló tantas horas que se convirtió en un año. Un año muy largo y sin luna.
La ciénaga se secaba bajo su falta caprichosa que la dejaba a la voluntad del sol. Las grietas eran cada vez más latentes en el suelo seco. La tierra se separaba y se oían sus gritos de dolor. El sol lamentaba no poderse ir sin su relevo pero era incapaz de apagar su fuego.
Luna ciénaga en su retiro alcanzó a oír el sufrimiento de la tierra y el sol. Primero hizo ver que no le importaba. Sin embargo, no pudo soportar ser ella la causa de tanto dolor y regresó pero era tarde. Todo estaba tan yermo que no devolvía imagen alguna. Al no ver a su otro yo, al detestado, se creyó, muerta.
Lloró desconsolada tantas horas que se convirtieron en meses. A cada lágrima la tierra se ablandaba y también ella. Estaba muerta sin haber valorado una pizca de su vida.
Tanto lloró que lo mojó todo. Su corazón quedó limpio con la lluvia salada, el suelo, lleno de fango de nuevo mostró aquella mancha alunada. Era ella. Ondulada de barro, oscura, viva. Igual, pero diferente, sin saber por qué. Se miró largo rato pensando por qué ya no era igual. Y, por fin lo descubrió: Luna ciénaga sonreía.
http://issuu.com/la100aga/docs/num.01
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