lunes, 21 de mayo de 2012

Altruismo

El señor que arrastraba las nubes con un cordel decía que la lluvia no le pesaba mucho.
Al principio sentía un poco de decaimiento entre tanto gris, frío entre las sombras y hasta un poco de dolor en los huesos debido a  la humedad. Sin embargo, con el paso de los años,  no sólo se había acostumbrado a las pequeñas molestias que ocasionaba su trabajo sinó que además  le reconfortaba saber que,  cada vez que tiraba de la cuerda para desplazar aquellos algodones de agua  a otro lugar, los habitantes que quedaban bajo el sol eran profundamente felices. Para ello  ignoraba, a sabiendas, que encapotaba de tristeza otro lugar.

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