jueves, 15 de diciembre de 2011

Planeta Agua

Foto: David Clemente
Desde que vi en la televisión el anuncio de la  del Planeta Agua deseaba tener unas branquias no iguales sinó mejores que las de sus habitantes. Quería ir a  nadar en sus aguas cristalinas para siempre. Vivir aquella sencillez de deslizarse sin prisas en el silencio que trae el agua cuando te cubre. 

Por su puesto, antes había trabajo que hacer. No podía sumergirme en sus profundidades con mis pulmones negros de nicotina y mi  nariz aguileña. Necesitaba un equipo con el que respirar en condiciones. Así que recorrí todas cientos de  consultas de cirujanos hasta que por fin encontré  la del Dr. Plastiquez, el mejor.  
Es un hombre atemporal, con grapas transparentes en los extremos de los ojos y una frente abrillantada con algún producto que sólo él debe conocer. Dientes blancos. De un blanco que no creo que reconociera ni un esquimal. Su propia fórmula blanqueadora. Podría describir infinitas artificialidades de ese gran hombre, pero no es lo que quiero contar ahora. Quiero que entendais por qué no me fui. 

Acudí a su consulta en busca de las branquias. Me taponó las fosas nasales e incrustó dos agujerillos que abanicaban mi interior. Los colocó justo al lado de las orejas. Decía que con tal pabellón al lado, podría respirar sin que se notara, y así fue, imperceptible. Mis pulmones se fueron atrofiando quedando como globos deshinchados. Me dejó genial. 

Podría haber viajado al planeta agua con aquel apaño. Sin embargo, pensé que ya que iba a nadar tanto,  mejor hacerlo con unas aletas en vez de dar zancadas torpes con los pies. El Doctor, como hombre sensato que es,  me dio la razón. Estaba encantado con mi decisión. Tanto que me ofreció ponerme mil escamas gratis si me escogía las aletas metalizadas. Eran un poco más caras, pero de mayor calidad. Ante tal ofrecimiento no puede negarme, las aletas metalizadas están a la última en todo lugar acuático. Le pedí que, en vez de mil escamas, incluyera algunas más hasta que no se me viera nada de piel. Por supuesto le pagué la diferencia.  Quedé perfecta. Bueno,  casi.  Quienes vivían en el planeta agua, no necesitaban pies así que, después de consultarlo con la almohada volví a la consulta para que me los serrara. Ya de paso, también las manos, iba a estar más cómoda sin esos apéndices y había un dos por uno en amputación de miembros. Salí con mi silla de ruedas, lista para nadar en cualquier momento. estupenda. Nada más abrir la puerta percibí como la gente me miraba sorprendida. Es lo que tiene ser exótica, supongo. Me envidian. Les gustaría ser como yo soy. Pero  no todo el mundo puede hacer tal inversión. 
Con este pensamiento y una sonrisa  perenne, gracias a las gomas que Plastiquez había insertado para estirar mis labios,  fui hacia casa. 
En cuanto llegué encendí el ordenador a toda prisa para buscar el billete de avión.  No podía demorarme más. Tecleé en el buscador: "Vuelos de planeta tierra a planeta agua". La máquina me respondió como siempre:  "Espere unos segundos". La barra del navegador me parecía mucho más lenta que de costumbre. Me moría de ganas de tener el pasaje al planeta de mis sueños. F5. Vuelta a cargar. "Espere unos segundos", repitió. Así que esperé....unos segundos. Mis branquias eran un poco más perceptibles con mi respiración agitada por la impaciencia, pero no perdían perfección. De repente, una ventana flotante con la leyenda "Aviso importante"
Aleteé con un poco de nerviosismo. La silla de ruedas se desplazó un poco hacia atrás con el pequeño impulso. 
"Una pandemia en las nubes  ha secado el Planeta Agua. Se cancelan todos los vuelos de entrada y se procede al desalojamiento de todos los habitantes de manera perpetua"


¡¡Me entraron tantísimas ganas de llorar!!. Pero soy tan afortunada que el Doctor había acertado una vez más haciendo algo de lo que no me había percatado hasta ese mismo momento: Quitarme los lagrimales para que no se me irritaran al bucear.


Apagué el ordenador con dificultad porque la aleta resbalaba mucho sobre el botón.  Estaba muy contenta. 
 Quién quiere ir al planeta agua si puede quedarse en el planeta tierra sin derramar una lágrima por nada.









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